martedì, agosto 30, 2005

A la vuelta de lo de Juli...

...hay siempre un sol que rompe la vereda, y cada vez que paso veo a las mismas dos chicas vestidas a la moda y revisando el contenido de un buzón abierto.
Como diría un pingüino exaltado: ¡Ahhhh! ¿Qué significa todo esto?

domenica, agosto 28, 2005

Dos cosas que me gustaron mucho de Wasabi

Una novela de Alan Pauls que acabo de terminar de leer. Esta memorable sentencia, que en el libro está perfectamente insertada, es una de ellas:

Supe entonces cuánto más extraña es la juventud que la ficción(...)

Toda la escena que rodea a esta cita es extrañísima y funciona muy bien. Me gustó y no me extraña que a Bolaño le encantara esto. El protagonista bien podría ser un personaje suyo. Eso, y el recurso de resumir todo un período de la vida del protagonista haciendo un recuento de elementos y recuerdos (nada novedoso hasta aquí) bajo la forma de visita guiada por un museo que se introduce comenzándo un párrafo

Entrando al museo de mis días de mendigo, una vez sorteada la placa que conmemora a sus contribuyentes (yo, mis eventuales seudónimos), se tropieza con la primera vitrina. Tiene una forma rectangular, los bordes son de madera, y una desatinada iluminación baña el vidrio de reflejos excesivos. Asomándose al interior en cuarenta y cinco grados, sin embargo, el objeto expuesto se aprecia bastante bien: es una tira doble de espuma de goma. Su extensión ha obligado a enrollarla parcialmente para que entre en la vitrina. Sobre uno de los listones de madera, uan pequeña placa de cobre dice: Bufanda.

lunedì, agosto 22, 2005

Y hoy digo...

No se puede ser más burgués.

Si llueve abrí la ventana

De pronto buñuelos de acelga me aslatan. Correr del CBC a casa bajo la lluvia un viernes a la una y media del mediodía. Que haga un poco de calor húmedo. Llegar chorreando por esa tormenta tan caprichosa de mediados del Otoño Porteño*, que en casa no haya nadie. Poner el disco ese que en ese mes me ilumina y me parte todo por adentro donde están las tripas y todo eso revuelto. Entonces, los buñuelos de acelga, y comer con la mano, parado frente a la ventana abierta, viendo paraguas, corridas y meresbaloysemevaelbondi- laputaqueloparió. Y lo mejor: el olor de la tierra mojada mezclado con el del vapor de lluvia en el asfalto caliente del mediodía. El ruido de la lluvia, que es casi como el del mar, solo que carente del jueguito sensual, perpetuo streap-tease de las olas. Sí, la lluvia, al menos mientras dura, tiene esa constancia que relaja. El mar también, pero la constancia en su caso es permanencia de la inconstancia, no se si me explico.

Esto que te decía fue la felicidad para mí, hará unos dos o tres años. Ni idea porqué, pero estando tan lejos de todo eso de golpe me sorprendo con una necesidad algo angustiosa de estar ahí otra vez. Lo jóvenes viejos. Siempre lo fuí. Por suerte apareció Ica y estuvo todo bien.

*Otoño Porteño, © Astor Piazzolla, 1969.

Crisis de identidad

En un acto fallido jugosito me olvidé mi nombre de usuario de blogger y no puedo seguir posteando en el blog original. Queda este link y a partir de ahora, sigo por acá. Es parecido, pero con dos guiones medio estorbo.
Welcome back!