Primero fue Lambchop. Teatro Coliseum de la Gran Vía, a metros de Plaza España con su monumento al Quijote y su restaurante chino subterráneo que no tiene baños. Empezó puntual, pero la espera fue larga porque la banda invitada nunca apareció. El primero en salir fue Kurt Wagner que entre sombras afinó su guitarra. Buena señal: desde la butaca se escuchaban las cuerdas de la eléctrica sin amplificar. Mis aplausos emocionados no produjeron la esperada cadena de palmas de reconocimiento a Wagner, que sin embargo sí saludó vagamente al sector que aplaudía. A continuación, ya sin KW, salieron los Hands off Cuba para hacer una intro ruidista con máquinas analógicas y una guitarra que siempre sonaba un par de compases más atrás de lo que se esperaba. Bien. Sumale a eso dos músicos de country de 45 años y ya vamos acercándonos a lo de Lambchop. Además había un baterista que a menudo tocaba con las manos desnudas, otro guitarrista, un bajista de Palm Beach, otro pibe con teclas... Tony contaba chistes absurdos, Wagner perdía la paciencia, todos sonaban, sonaban, sonaban... Los temas nuevos no es que sean la locura, en alguno el sonido perfecto y la interpretación sentida no conseguían disimular cierto aburrimiento compositivo, pero. Pero. Pasa que después pelan The Militant en versión deformada al cuadrado y los susurros de Wagner se transforman en unos gritos enfurecidos, como si en vez de estar en un teatro de Madrid estuviese cenando con Donald Rumsfeld antes del memo, y el piano de Tony (que dijo ambiguamente que quizás ese fuese su último concierto) trepe escalas sobre escalas sobre manotazos desesperados y las guitarras lleguen desde más atrás para machacar en la recta final y entonces sucede Lambchop y todos somos felices con cabezas que se mecen y brazos que experimentan fenómenos epidérmicos peculiares, algo parecido a la electricidad sobre el agua pero no exactamente. Todos sabemos que la voz de Wagner es algo especial, no se sabe bien por qué, pero se siente como original (por distinita y por igual a sí misma, no se si esto último se entiende debidamente). A mi la impresión que me dió esta vez fue que saca la voz de muy adentro y por eso, en cada verso, llega un poquito después y se va un poquito antes: Wagner saca la voz y la vuelve a guardar en cada respiración. Y eso es todo lo que tengo para decir respecto de la voz de Wagner y de la música del concierto de Lambchop. En el rubro frivolidades, la noticia es que otra vez el tipo demostró ser muy accesible o muy marketinero y se quedó charlando con la gente a la salida del teatro, firmando autógrafos y discos y diciendo que le encantaría tocar en Argentina (sabía que quedaba en Sudamérica, así que por qué no creerle).
Horas después, via aérea, concierto de Danielson en La 2, de Sala Apolo, Barcelona. Lo interesante: telonea Jeffrey Lewis. O Jeffrey Lightning Lewis and the Meteorites. O Jeffrey and Jack Lewis. Bueno. Sumamente emocionados, llegamos a la sala dos horas antes del concierto para retirar las entradas reservadas y conseguimos escuchar siete acordes de la prueba de sonido de los teloneros. No se puede pasar. OK. Unas cervezas más tarde entramos al local y lo primero que vi fue a los Lewis charlando con uno que parecía ser el organizador o el dueño de la sala. Además de los que trabajaban ahí, había unas seis personas. No se ha predicado la noticia lo suficiente, parece: Jeffrey Lewis es un fenómeno espiritual che! ¿Dónde están las hordas de fans? Tiene temas para todos, es didáctico y divertido, es romántico y cínico, es punk y es folk, es aventurero y es un nerd, es hijo y es hermano... Yo estaba sacado y tuve que hablarle un poco antes del concierto. Y después. Durante no, porque soy muy respetuoso. Creo que soy el primer stalker de JL. De alguna forma los dejé en paz y subieron a una tarima a tocar. Jeff con una Gibson electroacústica tapizada de cintas y stickers y básicamente mierda, Jack con bajo ignoto y el batero Beauchamp al fondo. El bajo tenía pintado con liquid paper end the occ, que sería un occupation borrado por el brazo derecho, se especula. Los pantalones de Jeffrey eran como el edredón de las mujeres de la familia Bouvier. Jack es medio estrábico y deja la mandíbula floja, por lo que tiene el aspecto de un lunático y probalemente lo sea. Fue un concierto rápido, compacto como un equipo de futbol de los 90, con pocos hits (¿hits?) excepto quizás Artland. Hubo low budget videos, pero ahora parece que no son tan low y se proyectan sobre una sábana blanca en vez de exhibirse desde un cuaderno roñoso. Los temas ilustrados fueron Creeping Brain (cuenta la historia de un cerebro que surge de un pantano y crece adoptando rasgos humanos pero se hace gigantesco y malvado hasta que recapacita y se retira para vivir pacíficamente en el fondo del mar respondiendo a los problemas de la humanidad cual oráculo de Delfos) y uno de aventuras del joven Jeff cuyo nombre ignoro pero es igualmente bonito. En este, también narrativo, se describe una excursión al campo de un joven Jeff que termina con un cuervo enfermo y una visita clandestina al cementerio. Aparte de los temas lindos (The Singing Tree), hicieron la música más punk que yo haya escuchado en vivo, sobre todo cuando el cantante y guitarrista se bajó para ir al baño (y casi lo seguí...), y quedaron sonando bajo, batería y aullidos. Ah, también había un mini-Casio al que le faltaban casi todas las teclas y que ellos tocaban con la zapatilla para disparar misiles desde el suelo. Fueron bestiales, tocaron todo lo que pudieron, hicieron un chsite sobre Adam Green, y se fueron. Antes del final hubo tiempo para los nueve minutos y pico de lo que creo se llama The Complete History of the Development of Punk on New York's Lower East Side 1950-1975. A esto me refería con didáctico y divertido.
Danielson suenan muy bien, con Daniel a la guitarra (otra electroacústica), un batero, bajo y teclados. Los de la banda bastante amargos, pero tocando bien. La actitud es la que me molesta un poco (como los músicos de Sparklehorse, que parecían estar trabajando en una oficina estatal), quizás por la envidia que me produce la gente que se dedica a la música por un lado y la bronca que resulta de verlos hacerlo sin ganas. Abrieron con Ship the Majestic Suffix y tocaron bastante de ese disco, así que pude saltar a tiempo en los temas que así lo requieren, como Did I Step on Your Trumpet? La voz del amigo Daniel me resulta por momentos molesta, así que no puedo decir que estuviese a 100 todo el rato. Pero divertido fue. A este le gusta hablar con el público entre temas, y como eramos 40 personas había bastante conversa, aunque no de la interesante. Durante esos momentos aproveché para intentar cambiar mi status de stalker o encasillarme en el intento, y me fui para donde estaban los Lewis moviendo la patita. Le ofrecí galletitas de chocolate a Jack, que me respondió algo así como Actually, I'm on a break from sugar, I have had way too much sugar in the past and now I have a weird infection, but thank you, al tiempo que me mostraba su mano con la inscripción NO SUGAR en letras gruesas (I had to do this to remember it). Al final me fui con el último disco firmado (Thanks for coming all the way from Madrid!) y una camiseta que me regaló Juli, re linda, que en la espalda tiene un cocodrilo diciendo TO TINO!! - JEFFREY LEWIS. Qué alegría qué alborozo. Soy un fan.