venerdì, settembre 16, 2005

No hay tiempo para nada

Esta tarde me voy a comprar una carpa y una mochila y esta noche salgo para Cádiz. A la vuelta les cuento. ¿Habré leído ya 2666? ¿Habré surfeado? ¿Habré comido adobo? Espero que sí, la verdad.
El post terminaba ahí, pero me da cosa abandonar el teléfono sin una cita de despedida, así que les dejo esta chiquitita de The Picture of Dorian Gray:

The darkness lifted, and, flushed with faint fires,
the sky hollowed itself into a perfect pearl.

domenica, settembre 11, 2005

El primer párrafo

Un commentario de Alejandro en un posteo anterior me recordó la cita que transcribo a continuación. Es uno de los párrafos iniciales que más me gustan, y pertenece al cuento (¡Qué cacho de cuento!) Tlön, Uqbar, Orbis Tertius, sí, de Jorge Luis Borges. En otro momento podemos discutir sobre si resulta muy conservador por parte de gente de veintipocos años leer a Borges con tanto amor, existiendo por ahí dos o tres narradores y poetas que tratan de romper las estructuras e imponer un nuevo canon (tampoco es que esté tan seguro de su existencia, pero la fe es lo último que debería perderse). Pero ahora no tengo ganas de discusiones tortuosas, ni tengo a la vista a nadie que vaya a contradecirme. Ahora tengo ganas de disfrutar con un pedazo de escritura compacta, clara, directa. Como dijo Bolaño, "Hay que leer a Borges":

Debo a la conjunción de un espejo y de una enciclopedia el descubrimiento de Uqbar. El espejo inquietaba el fondo de un corredor en una quinta de la calle Gaona, en Ramos Mejía; la enciclopedia falazmente se llama The Anglo-American Cyclopaedía (New York, 1917) y es una reimpresión literal, pero también morosa, de la Encyclopaedia Britannica de 1902. El hecho se produjo hará unos cinco años. Bioy Casares había cenado conmigo esa noche y nos demoró una vasta polémica sobre la ejecución de una novela en primera persona, cuyo narrador omitiera o desfigurara los hechos e incurriera en diversas contradicciones, que permitieran a unos pocos lectores -a muy pocos lectores- la adivinación de una realidad atroz o banal. Desde el fondo remoto del corredor, el espejo nos acechaba. Descubrimos (en la alta noche ese descubrimiento es inevitable) que los espejos tienen algo monstruoso. Entonces Bioy Casares recordó que uno de los heresiarcas de Uqbar había declarado que los espejos y la cópula son abominables, porque multiplican el número de los hombres. Le pregunté el origen de esa memorable sentencia y me contestó que The Anglo-American Cyclopaedia la registraba, en su artículo sobre Uqbar. La quinta (que habíamos alquilado amueblada) poseía un ejemplar de esa obra. En las últimas páginas del volumen XLVI dimos con un artículo sobre Upsala; en las primeras del XLVII, con uno sobre Ural-Altaic Languages, pero ni una palabra sobre Uqbar. Bioy, un poco azorado, interrogó los tomos del índice. Agotó en vano todas las lecciones imaginables: Ukbar, Ucbar, Ookbar, Oukbahr... Antes de irse, me dijo que era una región del Irak o del Asia Menor. Confieso que asentí con alguna incomodidad. Conjeturé que ese país indocumentado y ese heresiarca anónimo eran una ficción improvisada por la modestia de Bioy para justificar una frase. El examen estéril de uno de los atlas de Justus Perthes fortaleció mi duda. (...)

Jorge Luis Borges: Tlön, Uqbar, Orbis Tertius.
El Jardín de los Senderos que se Bifurcan. 1941.

martedì, settembre 06, 2005

Pero...

...entonces, ¡Cecil Taylor existe!